
Los acontecimientos recientes, en particular la invasión rusa de Ucrania y el conflicto en Oriente Medio, han sido calificados autorizadamente como el “cuarto punto de inflexión” que marca los saltos geopolíticos más relevantes acaecidos desde el final de la I Guerra Mundial hasta hoy. Esta situación determina cambios relevantes en la industria de seguridad y defensa. De una parte, es cada vez más frecuente la adopción militar de tecnologías desarrolladas en el ámbito civil, con todo lo que ello supone para las tecnologías de doble uso. De otra, el imparable desarrollo tecnológico lleva a una innovación sin precedentes gracias a la IA y su aplicación en usos militares. Pero encuentra también retos, como el relativo a la madurez y los tiempos de adquisición de las tecnologías o la concentración del sector tecnológico del software en EEUU al mismo tiempo que tiene lugar una deslocalización masiva de la producción de hardware en el sudeste asiático, con implicaciones muy relevantes para las cadenas de suministro. No menores son otros riesgos como los que, en materia de seguridad, presentan los movimientos migratorios, la desinformación a gran escala, la ciberdelincuencia, el terrorismo organizado y los riesgos reputacionales de las compañías multinacionales.
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