ESG Y SU IMPACTO EN LAS 3 LÍNEAS DE DEFENSA DE LAS COMPAÑÍAS
ESG Y SU IMPACTO EN LAS 3 LÍNEAS DE DEFENSA DE LAS COMPAÑÍAS
Se está produciendo un cambio de escenario en las prioridades de las compañías y de sus grupos de interés ya que éstos ya no solo demandan un modelo de gestión eficiente y enfocado en la obtención de beneficios, sino también que dicho modelo sea sostenible, responsable y comprometido con el entorno, es decir, basado en conceptos ESG. Este nuevo modelo impacta directamente en los roles y responsabilidades asumidos tradicionalmente por áreas de supervisión y control como Gestión de Riesgos, Compliance o Auditoría interna, quienes deberán afrontar los nuevos requerimientos, tantos normativos como sociales, para garantizar el éxito de la Organización en la consecución de los objetivos estratégicos.
Asistimos a una evolución de los modelos de gestión empresarial, claramente influenciados por una conciencia colectiva creciente e imparable que demanda un comportamiento responsable y sostenible por parte de las organizaciones, las cuales se han visto obligadas a incluir los conceptos ESG (Environmental, Social & Governance, por sus siglas en inglés) en sus Planes de negocio y estrategia empresarial.
¿Son realmente los conceptos ESG una novedad en el ámbito empresarial?
La respuesta es no. Si nos remontamos diez o quince años atrás, era más que habitual encontrar departamentos o áreas dentro del organigrama de las grandes compañías focalizadas en materia de Responsabilidad Social Corporativa (RSC) o Sostenibilidad, si bien es cierto que el impacto en el resto de las áreas o departamentos de la organización parecía bastante limitado.
También era frecuente observar cómo determinadas organizaciones utilizaban los ámbitos de RSC y Sostenibilidad para mejorar su imagen de marca o reputación entre sus Grupos de Interés, si bien no existía un compromiso real (ni en recursos financieros ni humanos) por parte de la Dirección hacia un comportamiento más responsable y sostenible, limitándose a lo que se denomina “Greenwashing”, es decir, un ejercicio de mercadotecnia para potenciar una imagen de concienciación con el Medio Ambiente y la Sostenibilidad que luego se traducía en escasas o nulas iniciativas en esta materia.
Sin embargo, en la actualidad, el denominado “Greenwashing” ha desaparecido ya que en los últimos años se observa claramente como las organizaciones empiezan a introducir conceptos ESG tanto en su estrategia como en su modelo de gestión debido a diversos factores tales como la influencia que ejercen los diferentes “stakeholders” (accionistas, inversores, clientes, etc.) o el aumento de la presión regulatoria. Claros ejemplos de la presión regulatoria están siendo las obligaciones establecidas para un gran número de compañías y este próximo año 2022 para muchas más, de reportar y auditar el Estado de Información No Financiera (EINF) con información al mercado relativa, entre otros, a la gestión por parte de las compañías de los temas medioambientales, sociales, de RRHH y de gobernanza de los mismos, así como las auditorias retributivas obligatorias de acuerdo con lo establecido en el RD 902/2020 de Planes de Igualdad, para comprobar y dejar constancia que el sistema de retribución existente en la empresa garantiza de manera transversal y completa la aplicación efectiva del principio de igualdad entre mujeres y hombres.
Un ejemplo evidente de evolución en materia de ESG y su inclusión en sus planes estratégicos es el sector automovilístico, donde el modelo de negocio ha virado de manera drástica hacia la sostenibilidad y el consumo responsable: reducción de emisiones, coches híbridos y eléctricos, utilización de materiales reciclados, etc.
¿Y cómo está impactando en las organizaciones este requerimiento colectivo de una gestión más sostenible y responsable?
El impacto en la organización es total, y se puede observar claramente a través del habitual Modelo de las 3 líneas de defensa.
Es evidente que la primera línea de defensa, representada por las áreas de negocio y de backoffice, se ve claramente impactada, por ejemplo, en procesos como aprovisionamientos o compras exigiéndoles un consumo responsable, aprovechamiento de recursos, economía circular, etc.
En relación con la Segunda Línea de defensa (áreas de gestión de riesgos, control interno, compliance, etc.), observamos como la inclusión de los conceptos ESG tiene un primer impacto evidente en la gestión de riesgos corporativa. Uno de los primeros pasos cuando una Organización quiere implementar en su estrategia de negocio y modelo de gestión dichos conceptos es saber a qué oportunidades y riesgos se enfrenta en materia ESG. En este sentido, será necesario actualizar su inventario de riesgos y Mapa corporativo, comenzando por incorporar dentro de las categorías comúnmente utilizadas en base a metodología COSO de riesgos (Estratégicos, operacionales, etc.) una nueva categoría que haga referencia a riesgos medioambientales, de sostenibilidad y de gobierno. La inclusión de estos riesgos derivará en una serie de nuevas tareas y responsabilidades a la propia gestión de los mismos, como es la asignación de “risk owners”, normalmente asociados a personal de la Primera Línea de defensa, así como controles actualmente existentes para su mitigación, planes de acción enfocados a su prevención y mitigación, indicadores de desempeño (KPIs), etc.
Por otro lado, como ya hemos apuntado anteriormente, cada vez es mayor el universo normativo centrado en aspectos ESG, entre las que podemos destacar, a modo de ejemplo:
- Ley 11/2018, sobre información no financiera y diversidad, cuyo ámbito de aplicación a partir del 1 de enero de 2022 incluirá a todas las organizaciones con una plantilla media superior a los 250 trabajadores, y por la que tienen que publicar información sobre ámbitos diversos como el laboral, medidas contra el fraude y la corrupción, medioambientales, sobre Derechos Humanos, etc.
- Ley 7/2021 (de reciente publicación), que requiere en su artículo 32 a determinadas organizaciones reportar a la CNMV, dentro de su informe de gestión, un informe de carácter anual en el que se incluya una evaluación del impacto financiero derivado de los riesgos asociados al cambio climático.
- Real Decreto 901/2020 y 902/2020, los cuales imponen la obligación de elaborar Planes de Igualdad, y auditorías retributivas respectivamente a organizaciones de más de 50 empleados a partir de marzo de 2022.
La publicación de nuevas normativas impacta directamente en otras áreas de la segunda línea como es Compliance o Cumplimiento Normativo, que debe asumir nuevos retos para dar respuesta a esta normativa creciente, y garantizar el cumplimiento de los requerimientos exigidos en cada caso, según la naturaleza de la organización.
También se ve afectada otra área de la segunda línea como es Control Interno, ya que tiene que ampliar su campo de actuación incorporando ámbitos menos habituales para ellos como el medioambiental, buen gobierno o cumplimiento. En este sentido, las organizaciones están desarrollando Sistemas de Control Interno sobre Información No Financiera (SCIINF), mediante el establecimiento de mecanismos de control que garanticen que los riesgos específicos sobre información no financiera son correctamente controlados, y que la información proporcionada a los mercados es completa, íntegra y fiable.
Por último, la función de Auditoría Interna, como tercera línea de defensa, comienza a incluir en sus Planes de Auditoría actuaciones en materia ESG a instancias de los Consejos de Administración y Comisiones de Auditoría motivados por las nuevas inquietudes y riesgos asociados a este ámbito. Estas actuaciones se centran en garantizar que las acciones e iniciativas emprendidas en la organización están desarrollándose adecuadamente y cumpliendo con los respectivos objetivos estratégicos y de gestión definidos por la Dirección.
En resumen, la inclusión de los conceptos ESG en el modelo de gestión y plan estratégico de las organizaciones no solo tiene impacto en las áreas de Sostenibilidad y RSC, sino que requiere y exige, por un lado, compromiso y responsabilidad a todas y cada una de las áreas que componen la organización para la consecución de los objetivos marcados en este ámbito y, por otro, la creación y fomento de una cultura organizativa basada en la responsabilidad con el entorno, la sostenibilidad y el buen gobierno.